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Origen
Se cree que un religioso franciscano llamado Joaquín Bolaños fue quien escribió la primera calaverita literaria, por medio de la cual expresaba su apreciación de la muerte desde un punto de vista humorístico o burlesco.
Posteriormente, las calaveritas fueron utilizadas en la época virreinal por algunos escritores para burlarse de los largos epitafios de los nobles, por lo que crearon versiones propias, como una crítica social o burla a algún gobernante.
Aunque estos textos de tono irónico fueron reprimidos desde sus inicios, ganaron cierta popularidad y, en el siglo XIX, el grabador José Guadalupe Posada les dio un giro gracias a su ilustración de la "Calavera garbancera", la cual Diego Rivera bautizó como "La Catrina
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